El kiosko: la historia de una escenario emblemático del siglo XIX
- Carlos Kamisaki Miñano
- 6 mar 2019
- 3 Min. de lectura
Los géneros de moda a finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX
Por Carlos Kamisaki
Con la Revolución francesa se genera la idea de la música como un medio para difundir ideologías. Por temas de practicada y sonido, la banda militar de viento fue la más solicitada, siendo la única autorizada en dar conciertos al aire libre. Así la música empezó a apropiarse de las calles y, con ello, el kiosko. Sin embargo, El origen de los kioscos de música se dio muchos años atrás, teniendo su origen en China y de ahí pasó en Turquía, donde se le otorgó el nombre. En el siglo XIX, se denominaron kioskos al uso de estrados o templetes mayormente temporales, que permitían una mejor vista y difusión del sonido para las presentaciones.
Al crecer los pueblos y ciudades francesas, la industria del hierro le propuso a las municipalidades maquetas de kioskos metálicos prefabricados, los cuales se clasificaban en simples, ordinarios, ornamentados y lujosos. El kiosko popularizó más a las bandas militares. Cuando se acababa la guerra francesa contra Prusia y aun no empezaba la Primera Guerra Mundial, Europa gozó un periodo de paz llamado “belle époque”. En este momento la banda militar tocaba música popular y de concierto.
En hispanoamerica, las plazas principales contaron con casas de gobierno, la iglesia principal, puntos de reunión y esparcimiento, junto con algunos comercios. La plaza mayor de cada ciudad era el centro de toda actividad. Con las reformas bornónicas y la ilustración, se reglamentaron los tipos de eventos, reforzando además las plazas y creando jardines de estilo francés. En la capital de la Nueva España, por ejemplo, el virrey de Bucareli mandó a ejecutar música en la Alameda, predominando la limpieza y decoración de dichos lugares.
El antropólogo Rafael Ruiz Torres, en su texto sobre los kioskos de música y las bandas de viento de México durante el porfiriato, señala que “aunque desde antes de la aparición de los kioscos ya se daban serenatas en las plazas principales con bandas y orquestas, ya sean militares o civiles, el kiosco vino a reafirmar esa costumbre, y a otorgar un espacio físico a los conjuntos de aliento-metal”.
La banda era ya muy popular entre los mexicanos del siglo XIX, sobretodo por las serenas que se ofrecían en los kioskos de las plazas principales, alamedas y jardines. Se generó la costumbre de pasear los domingos en la tarde, escuchando los conciertos, sin importar lugar de procedencia o clase social. Los ejércitos, como método de acercamiento a las poblaciones, se presentaban con serenatas de las bandas de sus respectivos regimientos.
Tanta era la importancia de las plazas que, muchas veces, los arreglos se realizaban por aportes particulares. La población con más poder adquisitivo donaba una cantidad para remodelar la plaza del pueblo. Con ello, las fuentes, el alumbrado y el kiosko se construían gracias al dinero de algún comerciante local, por lo que es usual ver leyendas en los edificios que señalen el nombre del aportante, la familia o el comercio. Para algunos pueblos, el kiosko se usaba solo para fiestas patrióticas. En algunas ocasiones, también se nombraba algún director famoso o de músicos reconocidos.
En México los kioscos empezaron a construirse hacia la década de 1870, aunque antes ya se habían construido una serie de edificaciones que tenían la finalidad de escenarios. Algunos de los kioscos en México fueron traídos de Europa, particularmente de Francia, aunque la mayoría fueron de manufactura nacional.
La función del kiosco fue puramente musical. El techo, servía como una especie de megáfono por el material metálico que empleaba y, en muchas ocasiones, para enfatizar su empleo musical, se colocaba una lira de Orfeo en el tope. Señala Ruiz Torres que “el kiosco se levantaba sobre una base de mampostería, lo cual permitía además de mejor difusión del sonido, observar a los músicos y al director”. Otros cumplían otras funciones, aparte de las musicales. Por ejemplo: El “Pabellón Morisco” de la Alameda Central de la ciudad de México, luego reubicado en la Alameda de Santa María la Ribera, abarcaba los sorteos de la lotería, serenatas los jueves y conciertos los domingos por la mañana.

Referencias:
Ruiz Torres, R. “Los Kioscos de Música y las bandas de viento en México durante el Porfiriato”, [pdf]. pp 47-54. [Consultado el 3 de marzo de 2019].
Commentaires